Ban Reial

Españoles, me llena de orgullo y satisfacción dirigirme a vosotros de nuevo en estos días tan especiales. Como principal cabeza visible en España de la Institución Medieval que es la Monarquía, es mi deber hablaros como pueblo, para deciros qué es lo que estáis obligados a pensar y creer. Aún siendo esta mi obligación como Primero de los Españoles, este año no puedo dejar pasar la ocasión de centrar mi discurso en algunos acontecimientos que me han afectado a mí y a mi familia.

Como ya sabéis, en general, somos más guapos y dignos que los miembros de otras calañas reales europeas como la Británica... bueno, o al menos así lo éramos mientras los medios de comunicación españoles mantuvieron intacto el "pacto no escrito" de no publicar abiertamente información comprometida que afectara a miembros de la Casa del Rey.

Al margen de esto, debo confesar y reconocer, que no hemos disfrutado de unos años precisamente positivos. Todo comenzó hace un tiempo con mi yerno, Jaime de Marichalar (ya sabéis, el que se casó con "la menos guapa" de mis hijas). Aquellos fulares y pantalones no presagiaban nada bueno... pero es que no pudimos encontrar a nadie más que cargara con ella. Después de aquel ictus que tuvo (resultado, sin duda, de un shock provocado por los colores de fantasía de su ropa) las cosas ya no fueron bien entre ellos. Temporalmente tuvieron que "cesar la convivencia". Como monarquía-católico-apostólica-y-romana no pudimos reconocer abiertamente que aquello era un divorcio como un piano. Sé que no sois tan idiotas como pensamos y que os disteis perfecta cuenta de que, como todo conservador "de boquilla", hicimos lo que os decimos que no hagáis porque es pecado... y aún hoy, no sé si valió la pena intentar guardar las apariencias.

Marichalar y su botones personal se marcharon a vivir a Nueva York a costa de vuestros impuestos y mi hija empezó a comprarse sombreros como si fuera a acabarse el mundo. Es triste. Una familia desestructurada solo puede tener como resultado hijos degenerados y delincuentes, ya que, como dice Rouco Varela, es imprescindible la presencia de un padre y una madre. No digo que los hijos de Jaime y Elena lo sean, pero empiezo a pensar que hay una relación entre su separación y que Froilán haya intentado volarse un pie de un tiro.

Yo quiero creer que fue porque Froilán admira a su abuelo. Es de dominio público que soy aficionado a las armas. A pesar de haber matado accidentalmente a mi hermano con una pistola, no aprendí lo peligrosas que son y he seguido cultivando esta afición. De hecho, siempre me han servido de válvula de escape. ¡Os lo podéis imaginar! Froilán en el hospital, Elena dejándose una fortuna en sombreros y Jaime metiendo la pata una y otra vez. ¡Tenía que irme a Botswana, a gastarme 40.000 euros de vuestro dinero, para olvidarme un poco de mi mísera vida! Pero es que últimamente nada me sale bien y se ha conocido lo de mi amiga especial (ya me entendéis) la Princesa Corinna y que Sofía solo estuvo 15 minutos conmigo en la primera visita... y al final he tenido que pedir disculpas en plan: "de verdad de la buena-buenita que no lo volveré a hacer". Además, no es tanta pasta si tenemos en cuenta el montón de dinero que nos ahorramos en zumos de limón, gracias a las medidas de austeridad que adoptamos hace unos años.

En fin, la culminación de un año terrible, porque, no sé si lo sabéis, pero mi otro yerno, Urdangarín, anda metido en líos de abogados, denuncias, desfalcos, apropiación indebida de dinero público y corrupción generalizada. Y por eso, mi otra hija, Cristina (ya sabéis, la menos fea), es vituperada por la conducta de su marido. Es cierto que de la empresa... bueno, organización sin ánimo de lucro, Cristina sacó 510.000 euros en tres años; pero ¡a mí qué más me da que la legislación española estipule que la niña, para poder justificar que no sabía qué papeles estaba firmando, tenga que ser declarada analfabeta o con retraso intelectual! ¡Está enamorada! Como decía, otro dolor de cabeza insoportable.

Menos mal que mi hijo, el Heredero de la Corona, cuando no mete la pata en sus intercambios dialécticos con la plebe, es el que más alegrías me da. Como somos católicos-apostólicos-y-romanos ¡llegó virgen al matrimonio con trentaitantos! ¡Valiente! ¡Ni Isabel Sartorius, ni Gigi Howard, ni Gabriela Sebastián de Erice ni Eva Sannum pudieron hacerle perder el norte! Solo espero que Letizia con z le vaya cayendo mejor a la gente poco a poco... porqué hay que ver...

Queridos españoles, perdonadme de nuevo por haberos molestado con mis problemas domésticos. Pero no dejo de pensar en una cosa: que al final, alguien como yo, que llega a Trono de España de rebote, ungido por el poder de un dictador fascista, después de pasar por encima de los deseos de su padre, de provenir de una dinsastía francesa, acabe siendo uno de los emblemas intocables de la Unidad Nacional.

Pero bueno, no quiero molestaros más con mis problemas.

¡Feliz Navidad y Año Nuevo!