- Ahora es normal tener miedo porque nos enfrentamos a algo desconocido y que, además, es invisible y puede estar donde menos nos imaginamo.
- El opuesto de bajón es venirse arriba así que ¡Vamos a animarnos que esto acaba de empezar!
Continuem amb el relat de Mireia Martí Expósito, que ens conta des de sa casa com viu cada instant d'aïllament. Pensaments, ocupacions, enyorances... tot baix la visio desperta d'una periodista en potència d'Alcoi. Ahí va la segona entrega.
Martes 17 de marzo. Día 3: tiempo perfecto
Se me pasa el tiempo volando, dicen que eso es positivo. Ya puedo anotar algo en la lista de cosas positivas de esta cuarentena.
Hoy me he despertado un poco más reflexiva, pensando en una de las sensaciones que tanto se repitieron en mí el pasado viernes: el miedo.
¿Por qué tenemos miedo? A veces se nos plantean situaciones como la de ahora, en las que nuestra mente imagina lo peor: morir. En este caso, morir a causa del COVID-19.
Ese pensamiento lo vivimos como una realidad muy presente pero realmente es solamente UN PENSAMIENTO.
Ahora es normal tener miedo porque nos enfrentamos a algo desconocido y que, además, es invisible y puede estar donde menos nos imaginamos. Es por ello que tenemos que ser valientes, o al menos fingirlo, para que ese miedo se consuma.
Hace días, ese miedo se produjo en casi todos nosotros, pero hoy probablemente con la noticia de la gran cantidad de infectados por coronavirus en Alcoy, ha vuelto a reaparecer. La realidad está un poco más cercana.
El miedo se ha fusionado con la tristeza, impotencia, rabia y la desesperación al ver que esos casos se han producido en una residencia de ancianos, el sector más vulnerable. ¿Por qué a ellos…? Me pregunto.
Pero bueno un poco de alegría que para eso es este diario ¡Para sacar también lo mejor de esto! Hoy, además de reflexionar un poquito he aprovechado más el día que ayer.
He empezado el primer capítulo de “Vivir sin Permiso” y me he acabado la segunda película de “Harry Potter”. También he estudiado y escrito y, además, he bailado y he hecho ejercicio.
Se podría decir que he cumplido todos mis objetivos del día. Todo menos uno: cocinar. Pero ese es un problema que le adjudico a mi madre por tener el congelador lleno de tuppers para cuando estamos en Castellón y Madrid.
De hoy me quedo con el tiempo que para ser malo, ha sido perfecto para estar encerrada.
Miércoles 18 de marzo. Día 4: la espera, el aliado de lo que está por venir
Nunca he tenido tantas ganas de que mis primos pequeños cojan el móvil hasta hoy.
Gracias a ellos hemos podido quedar y vernos un ratito. Un ratito en el que he sido muy feliz viendo a mis tías, primos y abuela. Espero repetir pronto este tipo de quedadas virtuales.
Habiendo presentado a mis tíos y volviendo al día en que la noticia del aplazamiento de las fiestas de Moros y Cristianos me afectó tanto, hoy quiero hacer una gran referencia a las fiestas y, en especial a ellos.
Sé que el aplazamiento no es plato de buen gusto para nadie.
Sé que todos los eventos que hace un año podíamos hacer en una fecha determinada, este año no se podrán realizar: ni las Glorias, “filaetes”, ruta de tapas de les filaes, Trofeo filaes… El mejor mes del año se ha destrozado en dos segundos.
Sé que todo lo relacionado con ellas es incierto, como el futuro.
Sé el tiempo que supone de preparación para los cargos, boatos, ballets, filás… Pero lo que no sé en primera persona es lo que supone esta situación para aquellas personas que tienen un cargo o papel diferente en estas fiestas de 2020.
Puedo hacerme la idea de cómo pueden estar viviéndolo estas personas porque, gracias a mis tíos, este año he podido oler lo que ellos han podido saborear: las experiencias, actos y sensaciones de ser dama y caballero de la capitanía cristiana.
Como he dicho antes, tan sólo puedo imaginarme de lejos el chasco que habrá supuesto para ellos (y para todas las personas que estén en su situación) que justamente pase esto en SU AÑO.
Y es por ello que sólo puedo decirles tanto a ellos como a todos los cargos festeros:
No debéis olvidar que sois miembros de las fiestas que serán recordadas por todas las generaciones venideras. Cuando se hagan, cogeréis con más fuerza todavía los aplausos y saludos en la “entrada” y las ganas de que lleguen serán el aliado perfecto para convertir estas fiestas en las mejores de vuestras vidas, lo tengo clarísimo.
En lo que viene a ser mi día…
1º Lo siento Harry, hoy no he acudido a la cita pero es que la serie de José Coronado me tiene totalmente enganchada.
2º He cocinado (por fin) pero unos simples macarrones tampoco nos motivemos, esto va poco a poco.
3º He intentado hacer el reto de la escoba con resultado negativo. Mañana lo intentaré de nuevo, tengo tiempo.
4º He visto de bajón a mucha gente de mi alrededor, sobre todo joven. Supongo que es normal, yo también he notado hoy esa sensación pero no debemos permitir que las sensaciones negativas superen lo positivo que trae esta encerrona.
Y aquí viene mi momento reflexivo....
En todos los conceptos que se me vienen a la cabeza, existe su contrario, los opuestos conviven entre ellos y se necesitan mutuamente. De lo contrario, cómo podríamos hablar del amor sin el odio o del frío sin la existencia de lo caliente?
El opuesto de bajón es venirse arriba así que ¡Vamos a animarnos que esto acaba de empezar! Lo que menos necesitamos es venirnos abajo.
Ánimos arriba, mucha fuerza y mañana despiértate tarde y haz algo diferente porque recuérdalo, es fiesta.
Jueves 19 de marzo. Día 5: día del padre sin el protagonista
La inspiración va de la mano del estado de ánimo de quien debe estar inspirado y hoy para mí, este no me ha acompañado. El bajonazo del que hablaba ayer ha querido introducirse en mí y lo ha conseguido. Cansancio, pereza, tristeza, más cansancio, más pereza, más tristeza, mucho más cansancio, mucha más pereza y mucha más tristeza.
El número de contagiados aumenta, el número de muertos también y la situación empeora. Italia supera en número de fallecidos por el COVID-19 a China y las imágenes de los tanques militares con cadáveres en Bérgamo me dejan impactada. Creo que por hoy ya he recibido bastantes datos sobre el problema.
Por ello me gustaría destacar de hoy, varias cosas “ajenas” al tema: la videollamada con mi padre, los queridos músicos alcoyanos, mi salida a la calle y el aplauso de las ocho.
Por primera vez, no he pasado el día del padre con el protagonista del día, mi padre. Y, como ha escrito la escritora e influencer Mery Turiel: “Es un día que me va a pesar un poquito más porque no estoy cerca del mío. Le llamaré, charlaré un rato con él y tendré que darle un beso mandándoselo al aire. Que se preparen que los besos y abrazos que les vamos a dar cuando esto pase porque les van a apachurrar muy fuerte. Ellos nos han cuidado siempre y para muchos de nosotros cuidarles ahora, es tenerles lejos. Te quiero papi”.
El segundo momentazo del día ha sido la dedicación de unos minutitos de todos los personas que han salido a tocar con sus instrumentos a los balcones: xirimitas, dolçaines, trompetas, flautas….gracias música y gracias músicos, habéis llenado de ambiente festero las calles de Alcoy.
Mis pasos sobre la acera desde hacía una semana, han protagonizado el tercer momento del día. Por fin he salido a la calle a tirar la basura (hasta entonces lo había hecho mi madre, no penséis que tenía una montaña de desperdicios en mi casa). Realmente no se si ha sido buena o mala idea porque cuando la he tirado no quería irme a casa, quería bajar la calle, dar una vuelta, correr, respirar aire... y de pensar que no podía no sé ni qué pensaba.
Pero menos mal que después de el bajón ha llegado el esperado aplauso. Sé que todos los días este momento me va a emocionar, no lo pongo en duda. Pero si hay algo que echo de menos en mi barrio es la compenetración entre vecinos que estoy viendo en otros.
Es verdad que hoy, por primera vez desde que se aplaude desde las ventanas y balcones, han gritado: “¡Hasta mañana!”, pero la respuesta por el resto tampoco ha sido abrumadora. Así que, por favor, calle Azorín y alrededores, animaros y hagamos que la hora más esperada del día no solo sea la más esperada, sino intrigante por ver qué pasará entre los vacíos de aire que separan nuestros balcones.