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Article d'opinió de Kiko Cantó Coloma, regidor del Partit Popular a l'Ajuntament d'Alcoi

Kiko Cantó Coloma

Portar-nos al retortero

La expresión popular portar-nos al retortero, localista y adoptada del castellano, define a la perfección la manera en la que el equipo de gobierno d…

La expresión popular portar-nos al retortero, localista y adoptada del castellano, define a la perfección la manera en la que el equipo de gobierno de Antonio Francés nos lleva a los sufridos habitantes de esta bendita ciudad: dando vueltas de un lado a otro, sin parar, entreteniéndonos con encargos, ocupaciones o falsas promesas. Hay que reconocer al gabinete de propaganda del PSOE local y a sus voceros el logro de hacernos creer que siempre está a punto de ocurrir algo importante. El problema es que, tras una década en el poder, nos hemos dado cuenta de que no ha pasado nada trascendente.

En 2018 Antonio Francés afirmaba que se había fijado en la ciudad sueca de Malmoe como territorio industrial, con espacios parecidos a Rodes, como referente para que, sin perder un segundo, el parque tecnológico fuese una realidad inmediata una vez acabadas las obras. De momento ya llevamos perdidos 400.000 euros por no haber comenzado a tiempo las obras y de aquel viaje a las tierras de Pipi Langstrump no hemos vuelto a saber nada.

Aprovechando el símil de la literatura infantil podríamos decir que estamos como Alicia en el país de las maravillas: un mundo mágico que se torna en una pesadilla. Imaginar quien es el conejo blanco, la oruga o la reina de corazones me permito dejarlo a su libre elección. Lo que sí es urgente es despertar de este mal sueño.

Despertar de este mundo mágico peatonal acordonado por vallas, bridas y cruces infernales (calles Torremanzanas, Sant Jaume y San Mateo), de un gobierno que, ante el desastre organizado, tiene que incumplir su propia ordenanza no sancionando los centenares de infracciones diarias que se producen en la zona y no cerrando el tráfico en San Nicolás. 
Es preciso escapar cuanto antes de esta nefasta gestión socialista, que de proclamar la recuperación del antiguo enclave industrial de El Molinar ha pasado a pagar 61.868 euros a la empresa constructora en concepto de indemnización y devolución de garantía más la pérdida de los 500.000€ de subvención por no ejecutar el proyecto. Aunque en esta ciudad de los prodigios en la que nos quieren hacer creer que vivimos, ante todos estos desmanes no pasa nada. Como los naipes del cuento de Lewis Carroll parece que se tenga miedo a que alguien corte cabezas si se denuncian estas tropelías.

Ejemplo de que Antonio Francés nos lleva al retortero, es decir que no para de darnos ocupaciones que realmente no sirven de nada, son sus ansias de pan y circo. Las restricciones pandémicas impidieron momentáneamente al socialismo local distraernos de la pesadilla de su gobierno, pero en cuanto han podido han vuelto a las andadas. En julio empezaron las ruedas de prensa y actos de una semana modernista que se celebraba a finales de septiembre, sin solución de continuidad con la llegada de octubre empezamos el Mig Any que nos ocupó hasta noviembre, donde inmediatamente se dio el pistoletazo de salida a la Ciutat del Nadal… A este paso me veo el castillo de fiestas montado el 1 de febrero, pasado el Jesuset del Miracle. ¿Tendremos que trabajar algo antes? Ganas de fiesta y vivir tenemos todos; lo inmoral es utilizar nuestras fiestas y tradiciones para tapar el desgobierno municipal.
El Ayuntamiento de la ciudad está instalado definitivamente en la propaganda, las eternas promesas y en el culto al líder. No hay presentación literaria, homenaje o conmemoración histórica en la que el señor alcalde no ocupe el centro de atención: el libro, el homenajeado o la conmemoración quedan en un segundo plano, ya se ocupan sus asesores de ello. Intentan convencernos de que su jefe es la quinta esencia de la alcoyanía, si tuviéramos a mano el Delorian y viajáramos en el tiempo veríamos al alcalde poniendo la primera piedra en Batoy, aplanando la campa de El Collao e incluso luchando al lado de Mossèn Torregrosa en 1276. Pero la realidad que se oculta detrás de toda esta ensoñación es por desgracia muy diferente. Lejos de su mundo de maravillas, en el Alcoy real, el de 2022, hay mucho trabajo por hacer, un esfuerzo duro que no se puede endulzar con delirios de grandeza ni vanas promesas. Necesitamos captar industrias, bajar impuestos, ayudar al comercio, ofrecer un futuro a la juventud y retener y atraer población. No podemos perder más tiempo y este gobierno ha dejado claro que no puede ofrecernos este servicio. Diez años intentando distraer nuestra atención de acá para allá, llevándonos de cabeza por culpa de querer abarcar demasiado ha sido una pérdida de tiempo que Alcoy no se puede permitir.