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Article d'opinió de Mariola Reig, empresària i periodista

Mariola Reig

Somos pymes, no magos

Señor Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, soy autónoma y tengo junto a mi marido, desde hace siete años, una de las miles de pymes que sostienen el tejido empresarial de este país. Durante las dos últimas semanas la sucesión de despropósitos económicos anunciados por usted y su gabinete ha ido acrecentando en mí una indignación que hoy ha acabado por colmar.

Le escribo para ayudarle. Creo que en algún momento durante estos quince días de locura ha acabado por perder la cordura y ha confundido a los empresarios de este país con magos sacando billetes de su chistera. Pues le advierto que no nos quedan. 

Cuando hace quince días decretaron el Estado de Alarma a todos nos invadió un miedo aterrador. ¿Cómo iba a soportar la economía de este país un envite como ése?

Pero, por supuesto, la salud de los ciudadanos estaba ante cualquier cuestión monetaria. Por ello, cuando anunció que se flexibilizarían los tan popularizados ERTES respiramos algo aliviados.

Pero ahí llegó su primera trampa. Cuando empezaron a presentarse, y conozco varios casos de primera mano, llegaron las sorpresas. A las empresas que, por ley, podían seguir abiertas se los rechazaban en muchas ocasiones alegando que podían mantener la actividad.

Ejemplos

¿Perdone? ¿Es una broma pesada?

Le pongo un ejemplo. Unos conocidos regentan varias tiendas de comidas para llevar pero sus ingresos han caído en más de un 80%. Soportan una plantilla de más de veinte personas. Pero no ha importado. No podían hacer un ERTE de fuerza mayor porque podían estar abiertos. ¿Y cómo suponen usted y los suyos que van a pagar las nóminas? Ah claro! Con la chistera de las pymes. 

Y llegó la segunda trampa. Las empresas que recurran a ERTES de fuerza mayor no podrán despedir a ningún trabajador durante los seis meses posteriores a su aprobación. Por favor, no caigan en la tan manida imagen del empresario como el ogro de la caverna que se dedica a explotar a los trabajadores.

La gran mayoría de pymes de este país son pequeñas empresas en los que los trabajadores acaban formando, casi, parte de nuestra familia. Yo nunca olvido que los empleados son el principal valor de nuestras empresas.

Que, sin ellos, muchas no podríamos seguir adelante. Pero recuerden también ustedes que sin empresarios no habría trabajadores.

Y no piensen en las grandes empresas, en las que cotizan en el IBEX o ganan cientos de millones de euros sino en todas las pequeñas empresas en las que pasamos noches sin dormir, sacando cuentas de cómo llegar a final de mes incluso mientras le lavamos el pelo a nuestra hija pequeña en la bañera.

Aunque seguro que habría quien aprovecharía para despedir a algunos de sus empleados sacando provecho de la coyuntura, no podemos pagar justos por pecadores. Muchos llorarían, literalmente, al tener que deshacerse de su principal activo pero no puede ponernos una pistola en el pecho.

¿Quién en su sano juicio, después de la locura en la que estamos inmersos, puede asegurar que podrá mantener todos los puestos de trabajo cuando esto acabe?

Y si nuestras ventas siguen un 40%, un 50%, un 60% por debajo que antes de la explosión del COVIDA-19 en nuestro país? ¿Cómo les pago el sueldo?

Y llegó la tercera trampa. No se preocupen que si no es por fuerza mayor lo podrán ustedes presentar si demuestran que su facturación ha caído en un 75% con respecto a la media de los últimos seis meses. Imposible para la mayoría si tenemos en cuenta que durante los primeros quince días de marzo la sociedad española funcionó con normalidad.

Lo adecuado, entonces, sería esperar al quince de abril ¿verdad? Y mire, así de paso el Estado se ahorra un mes de todos los empleados a los que no podemos pagar pero cuyas nóminas tendremos que asumir. 

Y hoy, la traca final. Anuncian que hasta el 9 de abril solo podrán abrir las negocios de primera necesidad y las empresas que le presenten servicios a estos.

No voy a entrar a valorar la decisión desde un punto de vista sanitario porque, sin duda, lo peor de esta crisis, el mayor drama son las miles de personas que están perdiendo la vida pero de nuevo ha vuelto a cargar sobre nuestras espaldas el peso de su decisión. Me los imagino a todos ustedes decidiendo qué hacer.

¿Endurecemos más las medidas de confinamiento? Sí, hagámoslo porque la crisis sanitaria se nos está yendo de las manos. Y ¿cómo lo pagamos?

Ah, no hay de qué preocuparse. Los empresarios lo pagan. Mandamos a casi todo el mundo a casa pero el sueldo que lo sigan pagando ellos, los magos de la chistera interminable.

Pues siento decirle que, a la mayoría, se nos han acabado los conejos.

  • ¿Quién en su sano juicio, después de la locura en la que estamos inmersos, puede asegurar que podrá mantener todos los puestos de trabajo cuando esto acabe?